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¿Crisis de quién?

¿Está Puerto Rico en crisis? Depende quién defina “Puerto Rico” y “crisis”. Como pueblo, Puerto Rico no está en crisis. Y aquí me refiero al conjunto de personas vinculadas a una red afectiva, la cual fue y es generada por experiencias de vida conjuntamente compartidas, pero experimentadas de diferentes maneras, que componen disímiles memorias (ej. la del blanco y del negro, la de la mujer, la del “pobre” y del “rico”, la de la “vieja” y “nueva” generaciones) que se expresan conscientes o inconscientemente tanto en discursos “racionales” como en otras lógicas e inteligencias no-discursivas (música, ceremonias, comportamientos).

Por “crisis” definimos sistemas en “no-equilibrio”. En sociedades capitalistas occidentalizadas “crisis” significa que el proceso de acumulación monetaria se paralizó, por tanto, sus instituciones no pueden cumplir plenamente sus funciones formales (ej. sostener “derechos”), aunque sí sus informales (ej. coerción, manipulación). Por supuesto, los “equilibrios” de la civilización occidental no corresponden a equilibrios de los sistemas de vida como lo son los socio-afectivos y ecológicos. Por tanto, los “equilibrios” del occidente-capitalista, constituyen desequilibrios en los sistemas de vida básicos (humanos y planetarios).

En Puerto Rico lo que está en crisis son: 1) las instituciones sociales (coloniales) que organizan al pueblo, 2) las estructuras simbólicas que dan cuenta y reproduce el “equilibrio” de tales instituciones y 3) el sujeto socio-histórico privilegiado que producen. Para traducirlo, son el sistema político y económico y el conocimiento (académico) los que son incapaces de recrear el “equilibrio” que reproducía la vida social (y su sentido) de la clase media blanqueada surgida de la postguerra.

¿Pero cuál es ese equilibrio en Puerto Rico? Comencemos, primero, con el sentido mismo del “equilibrio”. Ese “equilibrio” es logrado, psicológicamente, cuando la clase media blanqueada percibe que puede y que está aumentando sus niveles de ingreso y consumo. Aspirar alcanzar niveles primermundistas (¿blanquearse?) de consumo es la promesa de “progreso” del “puertorriqueño” de la postguerra. Si esta clase social (no-mayoritaria) no percibe ingresos y consumo en alza, habrá “crisis”. Empero, nunca ha sido crisis la disolución familiar, la emigración, el vivir bajo la violencia, las drogas, el desempleo, el discrimen, etc., sufrida por las clases bajas negras y mulatas como resultado de la modernización. Su memoria de los hechos está excluida. Por eso, la memoria de la clase media blanqueada es la privile giada porque valida el “equilibrio” de las instituciones sociales coloniales del ELA.

Esta clase media blanqueada, y su “equilibrio psicológico”, nació y dependió de un marco institucional-colonial que impuso: 1) la atracción de capital estadounidense (manufacturero) que empleó a solo un segmento de la población pero que expulsó (interna y externamente) a la gran mayoría; y 2) un gobierno diseñado, y cuya empleomanía servía, a privilegiar a ese capital y administrar la pobreza de los expulsados (internos) del empleo formal. Comerciantes y profesionales emergieron del “gasto” marginal de estos dos actores económicos.

Por tanto, las instituciones sociales coloniales del ELA montaron su “equilibrio” en la acumulación monetaria del capital manufacturero estadounidense y, desde hace 35 años, del capital financiero que financiaban al gobierno y a sectores de bienes raíces y construcción. Pero la acumulación del primero ya no es constituyente de su economía y, la del segundo, se depura sin ya reproducir (vía deuda pública y privada) a la clase media blanqueada.

Pero el “equilibrio del ELA” siempre necesitó crear desequilibrios en los que empobrecía y expulsaba y de transferir, en parte, los desequilibrios ecológicos a otros países. Sobre esos dos desequilibrios se justificaban (nuevas) rondas de atracción de capital extranjero y más Estado asistencialista-federal y policial para revalidar su “equilibrio” (y el de su clase media blanqueada).

Ahora, para “equilibrarse”, las instituciones coloniales del ELA tienen que extender la expulsión e informalización de su otrora sujeto privilegiado (clase media). Empero, este sujeto, a fin de salvar sus viejos privilegios (ya perdidos), insiste en reproducir las definiciones de “Puerto Rico” y “crisis” que revalidan los desequilibrios convenientes a EE.UU. y la clase política insular.

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